Hace no mucho, alguien en Facebook preguntaba acerca del tema, y eso me hizo revivir un momento curioso en mi vida, cuando era adolescente era un gran apasionado del tema OVNI, vivía en los límites de la ciudad en una zona más rural que urbanizada, en ese tiempo había pocas casas por ahí, la mayoría era campo y solían pastar vacas y ovejas por la zona.
Había una casa en construcción en la esquina a escasos metros de donde yo alguna vez viví, y un único poste de luz que iluminaba ese mismo lugar, no había asfalto, así que la zona por donde circulaban los coches era pura terracería, y además era muy poco transitado.
En vacaciones solíamos juntarnos los primos, acostumbrábamos a jugar videojuegos y ver películas comiendo botanas y refrescos, y dormir hasta tarde, cuando los hechos que les contaré ocurrieron yo rondaría los catorce años.
Ahora bien, lo que relataré lo escribo tal y como lo recuerdo, sin añadir ficción alguna para adornar mi historia, quizá para algunos les suene inverosímil, pero les aseguro que si pasó.
Eran alrededor de las 8:30 o 9:00 de la noche, estábamos en esa ocasión mi primo Pablo, que es un año mayor que yo, y mi primo Leonardo de 10 años aproximadamente en ese entonces era el menor.
Decidimos salir a la tienda por algunas botanas para acompañar una película que pasarían en televisión, la tienda se encontraba doblando la esquina de la misma de la casa en construcción que mencioné antes, a una distancia aproximada de unos 100 metros más allá del único poste de luz (lo comento así porque no había otra casa intermedia entre esa esquina y la tienda).
Los tres hicimos cuentas para ver para que nos alcanzaba, y salimos a comprar. No había ni un alma en el camino, recuerdo que a medida que caminábamos hacia la esquina, yo tenía la sensación de ser observado, así que volví la cabeza a derecha e izquierda para ver si alguien nos estaba viendo, pero no había nadie, solo pasto y árboles que se perdían en la oscuridad.
No obstante, yo seguía con la inquietud… a medida que avanzábamos, me quedé mirando la luz del poste de la esquina hacia donde nos dirigíamos. La idea de llegar a la luz me era tranquilizadora, había recorrido ese camino miles de veces y nunca me había dado ese sentimiento tan intenso en toda mi vida.
Yo seguía observando el poste de luz (guiado por algún instinto primordial de supervivencia, quizá), mi primo mayor Pablo caminaba a mi derecha, y el menor Leo, a mi izquierda, hablábamos de trivialidades cuando súbitamente ocurrió.
Estaríamos a unos 20 metros del poste de luz, entonces “algo” que se confundía con la noche se movió, se encontraba directamente sobre el poste de luz, a no más de 10 metros de la punta de este, calculo que tendría el tamaño del largo de un helicóptero, quizá un poco más grande.
Carecía de luces y no emitió ningún sonido en todo el tiempo durante el cual inadvertidamente nos acercamos a él, como si llevara algún tipo de camuflaje que lo hacía invisible estando quieto, pero fallaba ligeramente al moverse… fue como ver al Depredador por un instante, siempre que he contado esta historia lo he descrito así, pues no tengo otro ejemplo más apropiado que el de esa película.
De cualquier forma, nuestra apreciación del objeto no duró más allá de unos pocos segundos, en verdad., lo he repasado en mi mente tantas veces y dudo que siquiera lo hubiéramos visto más de 3 o 4 segundos…
El objeto se movió ligeramente a la derecha y luego, se alejó a una velocidad que jamás había visto o creído que se puede alcanzar. He visto aviones militares supersónicos volando, una vez llegué a ver el vuelo de prueba de un avión de combate, era impresionante verlo dar de vueltas e ir de un lado a otro en segundos, romper la barrera del sonido y dar un chillido fuerte por la fricción con el aire, el poder de sus turbinas se podía escuchar a kilómetros de distancia… y aun así, podía seguir al avión con la vista, podía ir siguiendo su trayectoria sin problemas tan solo girando mi cabeza hacia donde fuera el avión…
Pero con este objeto volador, fue todo lo contrario, apenas hubo un ligero sonido de fricción con el aire, un suave “Fwsh” y el objeto ya no estaba, pero sí dejó una estela que se desvaneció casi instantáneamente (aunque sospecho que la estela fue un efecto en mis ojos y no en el cielo), yo no pude seguirlo con la vista, aun cuando giré mi cabeza, solo alcancé a ver la larga estela que dejó al ascender hacia la noche en un ángulo pronunciado.
Recuerdo que en esos escasos segundos pasaron muchas cosas, mi instinto me gritó: ¡Huye! Y yo traté de correr, pero las piernas no me respondieron, es una sensación extraña, podía sentir mis piernas, mi cerebro dio la orden de moverlas varias veces, fui consciente de ello, pero mis piernas simplemente se negaron a obedecer, y yo caí sentado en el suelo, para cuando toqué el piso ya no estaba ahí el objeto.
Como dije pasaron muchas cosas en ese momento, mientras caía, sentía que me movía en cámara lenta, vi mientras descendía a la terracería a mi primo Pablo, junto a mí, agacharse y tomar una piedra del piso, no importa lo inútil que resultara esa acción también fue movida por su instinto, al caer al piso sentí algo rozar una de mis manos, y supe que era mi primo el más pequeño huyendo…
Me quedé ahí sentado en la tierra como un bobo.
Pablo, pálido del susto me dijo: “Lo viste”.
“Si…” respondí, mi corazón latía como nunca, temía que eso volviera y nos llevara para proteger su secreto, nos disparara una ráfaga de balas o nos desintegrara con un arma avanzada… mi imaginación creaba terribles escenarios, pero no volvió...
Pablo entonces me preguntó por mi primo más pequeño: “¿Y Leo?” yo me volví para confirmar lo que sospechaba y le señalé a Pablo con el dedo: “Está allá”.
Mi primo Leo, de tan solo 10 años tocaba la puerta de la casa frenéticamente, su mamá abrió y el entró. Apenas un instante después de cerrar, lo vi asomarse por la ventana entre las cortinas y quedársenos viendo. En retrospectiva, su reacción fue mejor que la mía…
Ha sido una anécdota que he contado una y otra vez en reuniones familiares y noches de temporada de muertos y fiestas de Halloween, y la mayoría de las veces solo es eso, pues la gente suele mostrarse escéptica al respecto, no me ofende que la mayoría de las veces no me crean.
Pero para complementar les contaré lo siguiente que le ocurrió a otra persona, de él no puedo asegurar que sea real, pero las similitudes con mi historia son notables...
En una ocasión viajé a la ciudad de México, iba en un taxi en un viaje que tardaría por lo menos una hora, iba rumbo al hotel, esto fue cuando tenía más o menos 27 años. Para matar el aburrimiento suelo pedir a los taxistas que me cuenten alguna anécdota, era de noche y justo pasábamos junto a un panteón, así que se me ocurrió preguntar si le había tocado alguna cosa sobrenatural, o si sabía una historia de fantasmas de sus colegas, esperaba la típica de: “Mi compadre dice que recogió a una persona afuera del panteón y cuando llegaron a su destino ya no estaba adentro” pero no...
El taxista, un hombre un tanto mayor que yo, entonces me dijo riendo: “No joven, nunca he visto nada de fantasmas. Pero una vez vi un OVNI”, me cayó en gracia y le pedí que me contara, fue muy curioso porque esperaba que se inventara una anécdota para entretenerme, pero cual fue mi sorpresa que lo que me dijo fue una historia casi calcada a la mía.
Él dijo que unos años atrás, había terminado su turno, pasó a recoger a su esposa del trabajo, era ya tarde, como las 11 o 12 de la noche. Él se detuvo un momento y se bajaron del auto, si no mal recuerdo, a comprar unos tacos en un puesto cercano a su casa, del que eran clientes frecuentes.
Mientras esperaba que lo atendieran, él dijo que sintió que lo observaban, y que por alguna razón se quedó viendo la luz de una lampara al fondo de la calle, la cual estaba ahí para iluminar un parquecito de su colonia, según dijo.
El taxista me contó entonces: “Vi moverse algo arriba de la lampara, y pensé ¿Ora? ¿Qué es eso..?” tocó el hombro de su esposa y le señaló hacia el poste, pero “eso” se había ido, tan rápido que su mujer no lo alcanzó a verlo, no hizo ruido alguno al desplazarse. Cabe resaltar que ellos se encontraban en una calle que tenía más gente y quizá algo más de tráfico, por lo que el sonido pudo haberse perdido entre el ruido del lugar.
Dos frases que dijo me parecieron curiosas: “Era, a lo mejor como del tamaño de una micro” y la otra: “Hágase de cuenta que era como ver al Depredador…”
Sentí un escalofrío en ese momento, y le conté mi historia, le aseguré que yo le creía 100% e incluso intercambiamos nuestros números de teléfono, pues como él bien dijo: “Al menos sabre que a alguien le pasó lo mismo, y sí me cree…”
Desde entonces me he preguntado si a alguien más le ha ocurrido, a veces suelo quedarme viendo algún poste de luz solitario y me pregunto si estará ahí algún objeto de esos., si realmente podría tener un origen extraterrestre o si será algo terrestre, quizá un vehículo secreto de vigilancia que algún país como Estados Unidos estaba probando, supongo que nunca lo sabré…
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