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Foto del escritorJ. E. Medrano

Libertad.

Actualizado: 9 may 2020

Categoría: Slice of life

Esa mañana me dirigía al trabajo con mi amigo Marco, él y yo hemos sido amigos desde la secundaria, y a decir verdad obtuve mi trabajo por él, salíamos rumbo al taller para dejar algunas cosas que se requerirían para el fin de semana, al detenernos en un semáforo me quedé observando a un vagabundo, que normalmente estaba ahí, en la misma esquina de siempre.

Y como siempre aventaba migajas para las palomas, no era la primera vez que veía a alguien hacer algo así, muchos vagabundos alimentan a las palomas, y uno en particular en el centro de la ciudad parece ser una excelente compañía para las dichosas aves citadinas; Pero algo en este vagabundo me hizo reflexionar por primera vez en este hecho.

Era un hombre viejo, como de sesenta y tantos, la barba sucia y larga, muy desaliñada, sus ropas viejas y raídas de una variedad de tonalidades parduzcas se deshacían poco a poco con el implacable paso del tiempo, llevaba una maleta que había sacado de algún basurero en tan malas condiciones como él mismo, de vez en cuando le escuchaba toser, morder una torta que supongo era de tamal*, y aventar migajas al suelo donde un grupo de palomas se iba haciendo más y más grande con la llegada de sus congéneres.

El semáforo cambió y continuamos nuestro viaje, Marco divagaba algo acerca de la instalación de luz en la bodega, pero yo apenas le prestaba atención, en un momento de pausa en la conversación le pregunté a mi amigo.

-¿Por qué crees que los vagabundos alimentan a las palomas?- mi pregunta pareció dejar perplejo a mi compañero de trabajo.

-No lo sé…- dijo – ¿…no tienen nada mejor que hacer? - completó sin darle mucha importancia al tema, pero yo insistí.

-No, no es eso…- Dije aún meditabundo -… piénsalo, ¿Cuándo fue la última vez que te detuviste a alimentar a las palomas? -

Marco meditó un momento, su interés iba creciendo, -Mmm… creo que cuando era niño, mis papás me llevaban al zócalo a alimentarlas, aunque yo prefería correr tras ellas para atrapar una- río, de eso hacía al menos 20 años.

-Efectivamente, yo también lo hice hace mucho- respondí -Piensa un momento, si no tuvieras casa, auto, dinero, un techo, sin familia, sin amigos y la única ropa que tuvieras fuera la que llevas puesta, ¿te preocuparía la alimentación de algo tan simple, tan insignificante como una mugrosa paloma?

No supo que contestar, aún lo meditaba cuando yo lancé mi conclusión.

- ¿Los seres humanos necesitamos tan desesperadamente sentir que nuestra vida vale algo acaso como para hacerlo? ¿Siendo un indigente con nada, ni nadie en el mundo, necesita sentir que su vida vale la pena? ¿Qué al alimentar a una criatura de Dios tan pequeña eso hace que su existencia sea valiosa para algo, o alguien? ¿Para Dios o para sí mismo quizá?

Y me quedó una duda que no expresé, que guardé para mí, yo no había alimentado una paloma en toda mi vida, no tenía mascota que dependiera de mí, ciertamente tenía una pareja, casa, familia, amigos, trabajo y salud, pero todo lo que ganaba lo invertía en mí, y lo poco que obtenía el vagabundo aquel, lo compartía con criaturas más pequeñas y con menos propiedades que él mismo, ¿No valía más ese vagabundo que yo?

Y mis problemas me asaltaron nuevamente, si tenía techo y trabajo, pero ganaba poco y me ahogaban las deudas, si tenía amigos, a quienes casi no veía por miedo de que descubrieran lo incompetente y torpe que realmente soy, siempre ponía pretextos para no ir con ellos, llegaba a casa a escuchar reproches de mi familia y de mi pareja, demasiado gordo, demasiado torpe, demasiado trabajo y poco sueldo, lo único que parecía estar bien en mi vida era mi trabajo, y era de lo que más se quejaban en casa.

Entonces recordé lo que me dijo otro amigo mío, Andrés, y sonreí amargamente al recordar al vagabundo junto a su maleta extraída de la basura, mi amigo solía decir: “Eres verdaderamente libre cuando toda tu vida cabe en una mochila”

Esa noche llegué a casa y eché lo que tenía de verdadero valor en mi vieja mochila y me fui…



 

*Tamal: Comida típica de México que es a base de masa rellena con una variedad de sabores como: crema dulce, chcolate, pollo, salsa verde, etc., envueltos en una hoja de plátano.

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