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  • Foto del escritorJ. E. Medrano

Morpheus




John Morgan Murphy, había sido policía toda su vida, viviendo en Pasadena, California. Había recorrido las calles de la ciudad miles de veces, casi siempre días tranquilos, con uno que otro caso ocasional que requería atención.


Había estado presente en 15 asaltos a banco, atendido 22 llamados domésticos, varias veces detuvo a traficantes menores vendiendo afuera de las escuelas y fue uno de los primeros en llegar durante el tiroteo de la secundaria Aberly, el día más oscuro de su carrera… hasta hoy.


Había llevado una vida honesta y ganado un par de reconocimientos, y a pesar de ser un hombre alto y fornido, tenía un rostro amable y que invitaba a la confianza en él como oficial de policía, hacía tres años que era detective, todo hasta el día de hoy había marchado bien.

Era una buena vida, hasta que despertó esta mañana y su esposa no estaba, tardó en darse cuenta de ello, pues el se levantaba temprano, desayunaba a las 4:15 am y se alistaba para ir al trabajo antes de despedirse de su mujer y su bebé.


Hoy su rutina fue horriblemente interrumpida por el hecho de que, al ir a despedirse de su mujer, un esqueleto descompuesto estaba en su lugar, y la sorpresa fue peor cuando vio el cuerpo de su bebé en la cuna.


Desesperado intentó pedir refuerzos, llamar al departamento a su capitán, a su compañero, y entonces se dio cuenta de que lo que hubiera pasado había sido global, la radio solo transmitía estática en todas las estaciones… la señal de televisión interrumpida en todos los canales, Facebook, Twitter, nada estaba activo.


Conducía por las calles aún en estado de Shock, las mismas calles de siempre, hoy eran totalmente distintas, había llegado a ver algunos cuerpos tirados por aquí y por allá, se había detenido a examinar a los primeros. Eran sin duda transeúntes a los que la muerte había sorprendido una madrugada hace seis o siete meses, según sus cálculos por la descomposición que presentaban.


Llevaba la sirena activa por si había algún sobreviviente más, pero al parecer, hasta ahora, toda la ciudad había muerto, todo excepto él.


-¿Pero qué carajos pasó aquí?- se repetía una y otra vez, por más que trataba no hallaba lógica a nada.


Murphy intentó llamar a Ryan, un amigo que vivía en Washington, y a sus padres que se habían mudado a Filadelfia, y nada, a estas alturas el único pensamiento que repetía en su mente era: “El mundo se murió, Dios. El mundo se murió”.


Apagó la sirena de la patrulla después de un rato de viajar sin obtener respuesta, se detuvo entonces y se apoyó en el volante y comenzó a llorar amargamente…


Fue entonces que un golpeteo insistente y desesperado lo sobresaltó, levantó la vista y ahí parada junto a su patrulla estaba una mujer, latina al parecer, en ropas de dormir, delgada… pero viva… lo miraba con una mezcla de alivio y súplica.


Aún sin poder creerlo, Murphy bajó la ventanilla del vehículo -Es… ¿Es usted real? - dijo titubeante el hombre.


-Yo… soy Alexa…- fue la respuesta -…Mi esposo, Mau y mi hija, Alex…- sollozó y se dejó caer de rodillas.


Murphy la asistió lo mejor que pudo, algunos minutos después John observaba una escena parecida a la que había encontrado en su propia casa esa mañana.


El oficial cubrió ambos cuerpos con sus sábanas y le preparó un té a la mujer que acababa de encontrar, ella vestía una media bata blanca y transparente, lo que le hacía sentir incómodo a John, pero no sabía como plantearle que se pusiera algo menos revelador, así que resolvió ponerle en los hombros una frazada del sillón.


Ella estaba más calmada –¿Sabe que pasó, oficial? ¿Qué le pasó a todo el mundo? –


-Sé lo mismo que usted, señora Alexa…- suspiró -…desperté y me encontré con lo mismo que usted, mi esposa Ashley y mi bebé…- Murphy se estremeció al recordar la escena de la cuna.

Alexa tomó la mano del hombre en un signo de empatía, su mano era gruesa y áspera, contrastaba con la delicada mano de ella.


-¿Cómo se llamaba su bebé?- preguntó ella.


-El era… Yamal, como su abuelo…- sonrió lastimosamente.


-Lo siento mucho…-


-Y yo, lamento lo de su familia…-


Por un momento ambos se miraron y se abrazaron, dejaron correr sus penas, en una mezcla de alivio por saber que no eran los únicos seres vivos, y la culpa del sobreviviente.


Para la tarde habían recorrido varias calles en la patrulla de Murphy, con la esperanza de encontrar a alguien vivo sin ningún éxito.


Posteriormente, se detuvieron en un centro comercial para conseguir provisiones enlatadas, y agua, todo parecía funcionar normalmente, los refrigeradores estaban encendidos, pero algunas secciones como las de frutas, pescadería y vegetales, denotaban desagradablemente el paso del tiempo.


Si bien ninguno de los dos sabía por qué había muerto la población del mundo, ambos habían estado discutiendo teorías, algunas más descabelladas que otras., si bien no habían llegado a una conclusión satisfactoria, ambos estaban de acuerdo en que temían irse a dormir esa noche… después de todo, se arriesgaban a que volviera a pasar…


Decidieron pasar la noche en una tienda departamental de muebles del centro comercial, ninguno deseaba volver a sus casas, o alejarse el uno del otro por temor a no volver a encontrarse, ambos convinieron en que dormirían por turnos, Murphy tomaría el primero, Alex dormiría unas seis horas y luego Murphy lo haría a su vez.


Alexa no pudo dormir al principio, sentía que todo era irreal, quizá sí dormía volvería a despertar en casa, su esposo Mauricio y su hija estaría ahí, vivos y felices, pero sabía que eso no sucedería, estaba exhausta, así que terminó por dormir profundamente.


Murphy daba de vueltas en la tienda, volviendo de tanto en tanto a ver que su compañera estuviera bien, a ratos solo la observaba dormir por un tiempo largo, para asegurarse que estaba respirando y no hubiera muerto…


Alexa soñaba con un bello recuerdo, su esposo y su hija estaban en sus vacaciones en las ruinas que alguna vez conocieron en México, visitando a sus padres, una de sus mejores memorias, pero el piadoso sueño se vio interrumpido de súbito por una mano gruesa, negra y áspera apretando su boca, se despertó espantada, pero entonces vio que era Murphy, él se veía asustado.


Murphy levantó su mano izquierda e hizo la señal de silencio llevando su dedo índice a sus labios, luego giró la cabeza para indicarle a Alexa que lo siguiera.


Ella iba a decirle algo, pero se contuvo al escuchar un ruido venir desde afuera de la mueblería.


Murphy le indicó que la siguiera en silencio. Ella se levantó procurando no hacer ruido y siguió al oficial hacia la puerta agachados para evitar ser vistos, Alex se preguntaba si quizá se trataría de un animal salvaje andando en el centro comercial, pero no, Murphy le indicó que se detuviera y se agachara tras un sofá que daba al aparador exterior de la mueblería.


Murphy apenas asomando por arriba del sofá, le señaló hacia un bote de basura volcado en el suelo, con algo hurgando dentro de él.


-¿Qué es eso?- susurró la mujer.


-No lo sé… pensé que eran personas, pero no...-


-¿Cómo que “Eran”?-


Fue entonces que la cosa del bote de basura se detuvo y levantó la cabeza, parecía que los había oído. Alexa contuvo un grito, el extraño ser era semejante a un hombre, con apenas cabello, pero al parecer no tenía ojos a primera vista, pero sí tener olfato, pues se escuchaba su respiración., el cuerpo era delgado, carecía de grasa muscular, pero lejos de verse famélico, se veía fuerte, llevaba apenas un poco de ropa raída, y botas, pero definitivamente no parecía humano.


Ambos contuvieron el aliento detrás del sofá, ninguno osó moverse, la criatura olisqueaba el aire como un animal cazando, pero entonces otro ser semejante, emergió del centro comercial, con carne descompuesta en el hocico, y un tercero descendió por una columna, como si de una araña se tratara, éste llevaba un brazo de un humano en el hocico., los tres llevaban andrajos de ropa, entonces el que llevaba la carne entre sus dientes afilados, señaló a los otros dos donde había hallado la comida.


Los tres se perdieron en el centro comercial, unos minutos después la pareja agazapada en la mueblería, los vieron salir cargando carne putrefacta y perderse como una manada de lobos en la oscuridad…

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